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Escape de la reina muerte.  作者: Julián Trujillo
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Un giro inesperado.

Capítulo 1: cambio de vida.


Viernes 2 de septiembre del 2015, mi mañana empezaba de maravilla, un delicioso desayuno me esperaba sobre la despensa y tenía en mi memoria USB más de una serie anime descargada lista para reproducir en la tv que había comprado días antes, el amargo sabor de mi café mañanero me motivaba para soportar el día de mierda que se venía, el teléfono interrumpió mi deleite, en serio ¡como odio ese aparato!

-¿Aló?

-Hola hijo ¿apenas se despierta?

-Hola madre, si, apenas ¿se te ofrece algo?

-Si. Necesito que me hagas un favor.

-Como cosa rara…

-Ve a Tequendama antes de 14:00 y reclama unos medicamentos que ya tengo autorizados.

-Está bien.

-Gracias hijo, te amo.

-Yo igual, adiós madre.


Y así mi mañana fríamente planeada se iba para el carajo, eran las 11:00 prácticamente tenía que salir de inmediato. Esta ciudad podrá no ser muy grande, pero tiene un transporte publico paupérrimo, pausé mi anime me comí los pandebonos con prisa y me dispuse a bañarme.

Terminé de arreglarme a las 12:00, agarré mis llaves, mi billetera, el celular, una caja de chicles y me marché. Durante el trayecto a la estación de bus más cercana filosofaba sobre la teoría de la transmutación de valores de Nietzsche y la muerte de Dios, ¿acaso yo seré un súper hombre? Creo que sí. Y otra cosa en la que si no creía era que me alcanzase el dinero para más que los simples pasajes, el sol abrazador de Cali deshidrata a cualquiera en cuestión de segundos, y yo, un espagueti con pelo no era la excepción, quería una cerveza, helada, de esas que con solo pensarlas se te hace agua la boca, pero no, soy pobre, así que me aguantare la sed.

Mientras pensaba en mi pobre garganta y en su cruel destino algo se asomó por el rabillo de mi ojo, era una camioneta, pero no cualquier camioneta, era LA camioneta ¡joder! Una Toyota Prado, blanca con vidrios polarizados totalmente impecable, que envidia de la más buena.


Llegué a la estación y mientras esperaba el bus buscaba desesperadamente los audífonos en mi bolsillo, recordé que no los había empacado ¡dios bendito! Gritaba dentro de mi cabeza ¿Cómo puedo ser tan idiota? Ahora me toca soportar a los raperos con su horrible ‘rap conciencia’ que habla sobre la corrupción del gobierno de turno y las drogas, criticando abiertamente las sustancias y la problemática que genera, con la inmensa probabilidad de que estos personajes urbanos estén sumidos en ellas.

Llegó el autobús y emprendí mi odisea, tenía mi teléfono celular, pero sin saldo para navegar por internet y sin mis auriculares no podría escapar al mundo de la música, en sí, solo servía para llamar y recibir llamadas, me sentía en los 90’. Sin que esa cajita me pudiese sacar de la horrible realidad que me agobiaba me dispuse a usar mi imaginación, buscando cualquier cosa que me ayudase a entrar a un mundo de fantasía, observaba a mis compañeros de viaje, las personas del común que se montan día tras día en estos buses, no había mucho que observar, de repente en una de las paradas se subió en el vehículo una hermosa chica, delgada, de ojos negros, con rasgos asiáticos y una cabellera negra que le llegaba casi a la cintura, parecía sacada de un relato de la mitología Japonesa, que mujer más hermosa, pensé. Pero no me atreví hablarle, mi insaciable inseguridad retumbaba en mi cabeza, no obstante, eso no me impidió el delirar con aquella chica una hermosa historia de amor en las playas de Okinawa, creo que estaba sonriendo como un completo estúpido hasta que un olor fétido me sacó de mi fantasía, una chica de un aspecto no muy agradable también se había subido al bus, tenía una sobaquina que me hizo pensar el lanzarme por la ventana, ni una combinación de limón, bicarbonato y vinagre podrían hacer frente a ese olor ¡estaba vivo! Yo creo que come en las noches.

Para mi fortuna y desgracia, la próxima parada, era la mía, una vez en mi destino pude respirar tranquilamente y me despedí del amor de mi vida, si enamorarse en el transporte público fuese un arte, yo sería tan famoso como Bansky. Caminaba por la acera en dirección hacia el centro de salud, para mi suerte no se encontraba a más de 10 minutos de la estación, casi llegando vi de nuevo una Toyota Prado, era exactamente igual a la que había visto por mi barrio, me llamo la atención, pero no le di mayor importancia tampoco me fijé en su matrícula solo seguí mi camino, ya en mi destino me atendieron rápidamente, eso sí que me sorprendía la ineficiencia del sistema de salud colombiano era tema de que hablar casi todos los días en los periódicos ¡es mi día de suerte! Pensé. Pasaron 15 minutos y ya estaba en la cera, frente del centro de salud había un parque donde una pareja de ancianos vendía un salpicón delicioso, aún recuerdo ese sabor agridulce que tanto lo caracterizaba, la nostalgia del recuerdo me antojó de uno, pero lastimosamente no tenía el dinero para comprarlo, resignado, decidí partir rumbo a casa.

Una cuadra después mi paranoia comenzó a crecer, vi otra vez a la camioneta blanca, esta vez sí me fijé en su matrícula, era: VEN 998 de la ciudad de Candelaria - Valle del Cauca.

Había recorrido media Cali y se me hacía muy extraño que me topase con 3 Toyota Prado impecables el mismo día; Empecé a caminar lo más rápido que podía, no quería correr ya que, gracias a la situación social de mi bella ciudad, si corres, lo más probable es que la muchedumbre piense que acabas de ser partícipe de algún tipo de delito. Además, no quería perder de vista la camioneta que arrancó cuando ya me encontraba a unos 20 metros más adelante.

El miedo se apoderó de mí, el instinto de supervivencia me gritaba ¡Huye! ¡Corre como si no hubiese un mañana! Emprendí la carrera ¡A la mierda mi imagen social! Lo más hermoso del mundo corría peligro.

Sentía como la adrenalina recorría mi cuerpo, pero la única actividad deportiva que suelo ejercer es la masturbación, mi pobre estado físico empezó a sacarme la cuenta, mi energía decrecía rápidamente y en menos de 10 minutos ya me encontraba completamente exhausto.

Para mi fortuna, la estación estaba en frente de mí, solo esperaba el semáforo cambiara y no veía a la camioneta cerca, me tranquilicé, pero poco me duró la calma, un hombre alto, musculoso y calvo, se acercó a mí de manera sigilosa, como si fuese a pasar la calle.

Me puso un arma en la espalda de manera bastante discreta y profesional. Has como si me conocieras y sígueme – exclamó. Preocupado por mi pellejo decidí aceptar la amable oferta del caballero cuya cabeza reflejaba el brillo del sol, yo creo que se equivocó de profesión, la verdad tiene talento para actor, cientos de personas alrededor y nadie notó que estaba siendo secuestrado, eso o simplemente se hicieron los de la vista gorda, cosa que, en este país no es de extrañar.

Aquel hombre me hizo subir a la parte de atrás de la camioneta donde estaban otro hombre, este era de aspecto poco amigable con la barba en forma de candado y también sin cabello ¿esta es la banda de Caillou? – exclamé. Cosa que no les hizo mucha gracia. En el vehículo también estaba la chica de rasgos asiáticos que me había encontrado en el transporte público minutos antes.

-Calvitos, dejen ir a la chica, de seguro les darán una buena cantidad de dinero por mis órganos, no la necesitan.

En sí, sabía que mi situación no era la mejor, pero si iba a morir al menos quería salvar a la mujer cuya exorbitante belleza me ayudo a olvidar mi aburrimiento, para mi sorpresa, después de mi valiente, frase los tres rieron como si yo fuese el bufón de la corte de la reina de Inglaterra. Perplejo, la duda se apoderaba de mí ¿Qué es tan gracioso? Pregunté.

-Tienes agallas guapo, pero cálmate un poco, yo soy una acompañante más en este paseo que vamos tomar.

Momento, esa mujer me acaba de llamar ‘guapo’. Okey, creo que si me sigue llamando así podría presentar un pequeño cuadro del síndrome de Estocolmo.

-¿Cuál es nuestro destino?

-Un lugar bastante lindo – exclamó el hombre que me había encañonado.

-¿¡vamos a Budapest!?

-Me sorprende que a sabiendas de tu situación puedes bromear con tal sarcasmo.

-Que te puedo decir, nunca hay que perder el estilo.

-Vas a ser una molestia, pero bueno, las ordenes son para cumplirlas.

-¿Quién los envía?

-Pronto lo sabrás.

-¿No van a responder a ninguna de mis preguntas?

-No estamos en la obligación.

-¿al menos me dirán sus nombres? O ¿quieren que les siga llamando por lo que más destacan físicamente? Calvito.

-Mi nombre es Federico, él es Marco y esa hermosura es Akali.


¿Akali? Que bello nombre. Se asemeja bastante al de mi hermosa ciudad. Oye Akali ¿no quisieras ayudarme a escapar de estos tipos, salir, conocernos, vivir una hermosa historia amor llena de aventuras y sexo, casarnos y tener una luna de miel en Fukuoka?

-No tienes ni en que caerte muerto ¿y ya planeaste una vida junto a mí? Ya es hora de madurar niño.

Su rechazo me dolió, no lo voy a negar, pero a la vez me hizo enamorar aún más de esta exótica mujer, razón tenía mi ex novia cuando me dijo que el masoquismo no se improvisaba. Sin palabras empecé a planear como escapar del automóvil. Tenía mi mente en blanco, no lograba hallar algo que me sirviese para huir, estaba en medio de dos de mis verdugos y aun lamentándome por mis audífonos. De repente una luz de esperanza en medio de tanta desesperación, había un retén a pocos metros de nuestra ubicación, los oficiales de tránsito junto con la policía metropolitana indicaron que el vehículo debía detenerse. El agente se acercó, miro el interior del vehículo ¡ayúdeme! - Grite con angustia. Para mi desagradable sorpresa mis secuestradores rieron a carcajadas junto con el oficial – que tengan un bien viaje- exclamó el policía. Mi rostro perplejo que se reflejaba en el retrovisor decía más que mil palabras ¿Qué estaba pasando? ¿Qué es todo esto? ¿es un sueño? ¿mi inconsciente me está jugando una mala pasada? Quiero despertar.

-Akali, pon a dormir a ese chico. No quiero disparates más tarde.

Ante la seriedad de esas palabras sentí algo de miedo, pero en verdad solo me imaginé ser arrullado en los senos de Akali mientras juega con mi sedoso cabello, nuevamente fui arrebatado de forma abrupta de mi mundo de fantasía, marco me había sujetado con fuerza y ella sacaba de una bolsa una inyección con la cual planea dormirme, intenté forcejear, pero de nada sirvió, estaba exhausto y aquella mujer con una cara de excitación, sádica, depravada, inyecto la aguja en mi pierna izquierda. La sustancia de color rosa entro en mi torrente sanguíneo y casi de ipso facto, entre en un letargo.

Durante este, Morfeo me jugo una broma pesada. Soñé que me encontraba en una batalla campal que se daba en una meseta gigante que la rodeaba un amplio desierto, el cielo gris y dos amplios ejércitos dirigidos por ángeles, unos de alas blancas y otras de negro, curiosamente las alas negras representaban la pureza del universo, la eterna oscuridad que era el inicio de toda luz, de todo lo que se entendía por bueno, y de otro lado alas blancas, estas simbolizaban la luz enceguecedora que cohíbe de toda libertad. Yo era un soldado raso, un peón más en un juego de ajedrez. Luchaba para que el enemigo no avanzar en dirección al cielo, estábamos perdiendo, los caídos. Como se les llamaba entre nosotros, nos superaban en coraje y numero, eran un aproximado de 3000 contra 1000 de nosotros, una diferencia de 3 a 1 que aumentaba conforme pasaban los minutos.

No sabía qué hacer, consternado en un momento de vacilación recibí un golpe en una de mis alas, mientras caía solo pensaba en mis compañeros y su bienestar, al parecer. En el sueño, si me preocupaba por el bienestar de mis allegados; De repente me detuve, al voltear mi mirada, vi al general Miguel, atónito solo pude expresar palabras de agradecimiento, me había salvado exponiendo su propio pellejo, él se limitó a decirme:

-Eros, este universo necesita de ti, lo siento por hacerte venir a esta guerra. Yo sé que no eres un guerrero, por el contrario, sos un pacifista que siempre busca el amor entre los seres, pero dime ¿Qué harías si ese amor que fomentas fuese amenazado con ser borrado para siempre?

-…

-No tienes que responderme, yo terminaré con esta guerra, pero no creo volver, te encargo mi espada. Está bañada con mi sangre, la de mis enemigos y ahora la tuya.

Mi ala estaba herida y la sangre que brotaba de esta había caído en la espada del general, recibí el arma, Miguel me dejo en un lugar seguro en el suelo y como si fuese la bala de un cañón, se dirigió al centro de la batalla. El enemigo trató detener su paso, pero sus esfuerzos fueron en vano. Los cortaba con sus alas como si de papel estuviesen hechos y en un santiamén la ventaja del enemigo ya no era tan amplia, pero él no se encontraba bien, su cara de extenuación lo decía todo. Su coraje motivo al resto de los soldados incluyéndome, mis compañeros se abalanzaron al enemigo y la batalla estaba cambiando de rumbo rápidamente, el general enemigo hizo una señal con sus dedos, los caídos dibujaron un portal gigantesco en el suelo, de este emergió una horrorosa bestia de más de 3 metros de altura y dos de anchura, con colmillos que se deformaban hacia los lados, una cara cuadrada, ojos saltones y su color de piel era rojo carmesí.

Miguel frunció en seño cuando vio el horrible ser, le pidió a uno de los soldados un cuchillo, acto seguido, se apuñaló a sí mismo. Una vez hecho esto, cayó en picada hacia la boca de ese demonio. Su sangre recorría todo su cuerpo, aun consiente, dirigió su mirada hacia mí. Y como si por un momento su alma se hubiese desprendido de su cuerpo y envuelto la mía, ambos yacíamos en un lugar distinto al campo de batalla.

-Eros, tú eres el escudo de la divinidad, aquel que puede repeler toda maldad de este universo, lastimosamente por más fuerte que sea el escudo, si es atacado constantemente y no se le defiende, irá perdiendo su fuerza poco a poco.

Ahora en tu mano derecha yace mi espada, la más fuerte entre todas las armas divinas, perdóname, mi trabajo era cuidar de ti y ahora solo te doy otra responsabilidad, guíalos por el camino de la victoria.

Como si el tiempo se hubiese detenido volví al lugar donde estaba, Miguel caía y yo solo corrí a resguardarme, al final, el fino colmillo perforó su torso, la sangre del ángel recorría hasta las fauces de la bestia, cosa que la volvió loca y en un momento de suspenso, un circulo divino se dibujó en el suelo con la sangre que minutos antes brotó de la herida que él mismo se había propinado. Su resplandor dorado encegueció a los caídos, mis compañeros aprovecharon para aniquilar el mayor número posible, el resto huyo torpemente hacia el infierno. La bestia completamente histérica trataba de moverse, pero aquel circulo la sellaba, en un par de minutos, esta sería enterrada en el subsuelo y la batalla había culminado.

Desperté, y lo primero que vi fue Akali, que había puesto mi cabeza sobre su regazo, Federico seguía conduciendo y Marco se había trasladado al puesto del copiloto, me repuse y miré Akali con ojos de querer matarla, su rostro reflejó sorpresa, creo que jamás se esperó que un hombre le otorgara una mirada con tan desbordante soberbia.


-¿Cuánto tiempo he estado dormido?

-Diez horas y media guapo.

-Genial ¿hacia dónde nos dirigimos?

-Hacia el oriente

-¿con que fin?

-Cuando lleguemos a nuestro destino lo sabrás.


Decidí no preguntar nada más, estaba consternado por el sueño que había tenido, mi pierna aun dolía bastante y Akali me miraba con ojos de curiosidad y deseo, en mi lucha mental para no coquetearle solo trataba de darle un significado a tal historia de fantasía que el dios del sueño había plantado en mi cabeza. No entendía las alegorías que Miguel pronunció ¿el escudo divino? ¿aquel que puede repeler todo el mal? ¿Qué clase de arma mítica es esa? Además, si existe un artefacto así ¿para qué se necesita una espada que lo defienda? No lo logro entender, incógnita tras incógnita surgían en mi mente cuando repetía las palabras que pronunció el querubín, pero bueno, como todo lo que tiene que ver con divinidad, religiones y mitología, carece de lógica.

De repente otro pensamiento lleno de ansiedad llegó a mi cabeza ¿Qué será de mí, una vez llegue al ‘lugar lindo’? Estaba seguro que no iríamos a Budapest. No podía hacer nada, tratar de escapar era imposible, estaba atado de pies y con una dolor insoportable en mi pierna izquierda, que de seguro me haría cojear al momento de una escapada, sin contar mi mal estado físico y que estaba en una carretera en medio de la cordillera central, en el mejor de los casos lograría escapar, adentrarme en la selva, encontrarme con un grupo guerrillero, unirme a ellos, posteriormente desmovilizarme y en mi reinserción a la vida civil me tocaría aguantar los comentarios estúpidos e indolentes de las personas tildándome de comunista con la grandísima certeza que un 85% de dicha muchedumbre ni siquiera sepan algo de la doctrina marxista. Definitivamente no era una buena opción, ante las mil y un posibilidades que imaginaba de los horrores que podría sufrir en cautiverio, pensar en el suicidio no era tan disparatado. Pero ¿Cómo matarme? No quería sufrir, siempre pensé que la llamada ‘muerte dulce’ no sonaba tan mal, pero ¿dónde podía encontrar una cantidad suficiente de CO2 para acabar con mi existencia?

No sabía qué hacer, miré hacia la ventana, había un aviso, a 300 metros de nuestra ubicación había una granja donde cultivaban piña, soy alérgico a la piña, mi oportunidad, pensé. Si lograba comer al menos una rodaja pequeña de esta fruta, sin atención médica, de seguro moriría de asfixia, tan solo necesitaba apelar un poco a la misericordia de mis captores, no he comido nada, ni tomado agua, tenía en mi poder la excusa perfecta.

-¿podrían comprarme algo de piña? No he comido nada y es mi fruta favorita.

-¿nos crees estúpidos? Sabemos todo de ti, Eres alérgico y te tenemos que llevar sano y salvo a tu nuevo paraíso – exclamó Federico.

Nuevamente mi cara de sorpresa fue el motivo de burla, mis ojos se llenaron aún mas de ira, solo mi familia sabia de mi condición respecto a dicha fruta y muy pocos integrantes.


-¿Qué tanto saben de mí?

-Todo

-¿Qué es todo?

-Te llamas Andrés Jaramillo Mondragón, tienes 19 años, hijo único con un historial médico poco envidiable, alérgico a la piña y las fresas, estudiante de ingeniería informática con un pobre desempeño académico en contraste con tu bachillerato excelente donde fuiste condecorado como el mejor estudiante del departamento, según las pruebas nacionales, estudias de lunes a jueves en un horario de 7:00 a 13:00, solo has tenido 2 novias, un pequeño cuadro de depresión a los 15 que generó problemas en tu ritmo cardiaco de manera momentánea y pocos amigos. La verdad es que no tienes nada de interesante niño valiente – exclamó Akali.

-¿Cómo es que saben todo eso de mí? – dije con un tono de miedo y desesperación.

-La persona que te vendió nos la proporcionó

-Vaya ¿Y quién es esa persona que tanto me ama?

-Nathaly Mondragón – dijo Federico con una asquerosa sonrisa dibujada en su cara.


Momento, me están jodiendo. Me repetía esa frase una y otra vez en mi cabeza, no lo podía creer, es más, no lo quería creer. Hubiese sido una de mis ex´s lo entendería mejor, estaban locas, sería normal que contrataran a un grupo extraño para que me secuestrasen y después me cortaran mi miembro viril, pero, mi madre… Eso si no me lo esperaba, no quise seguir con la conversación. Mi cara era de completo impacto, tristeza, dolor y soberbia.

escuchaba las fuertes carcajadas de Federico y deseaba que fuese una broma pesada autoría de ese calvo con esteroides, pero con la vehemencia que se reía sabía que era verdad, algo tan estúpido como una mentira de esa índole no sacaría las lágrimas alegría, por su parte Akali guardo silencio y hasta se le noto cierta cara de lastima, me sorprendió que esa mujer sintiera empatía por mí.

Cuando Federico calló, un silencio desconsolador inundo el vehículo, los hermosos paisajes de la cordillera colombiana se tornaban en la único que se me generaba ganas de seguir viviendo, ver el ganado libro pastar, beneficiados con la ignorancia de no conocer que les espera, al contrario de mí que sabía que me esperaba todo, menos un lugar bonito y cosas buenas. Mi pierna izquierda de repente empezó a dolerme con una gran intensidad, me contuve los gritos. Akali empezó a quitarme el pantalón


-¡me quiere ver el Titán y posteriormente acceder a mi carnalmente! – pensé, Que rico… ¡pero no! ¡suéltame! ¿Qué me quieres hacer?

-Cállate, necesito ver el color de tu pierna.

-¿para qué?

-Si está con una tonalidad amarilla significa que apenas lleguemos tendremos que amputarte y si está roja significa que el cuerpo aceptó la sangre nueva y que es hora de la segunda y última dosis.

No sé qué me generaba más miedo, el dolor producto la sustancia extraña a la que ella llamaba sangre o la idea de quedarme sin una pierna, en sí, de todas formas, voy a morir. Quizás el estar sin una de mis extremidades acelere mi muerte y no tenga que sufrir tanto por lo que sea que me hagan en dicho ‘lugar bonito’.

- ¿Sangre nueva? ¿Qué me aplicaste?

-Te apliqué Sangre de ángel, Andresito.

-Explícame Akali, Por favor.

-Que formal, que seco, Andresito. Pero bueno, has probado ser fuerte y no aburrirme, entonces te diré. Es literalmente sangre de ángel, vamos a utilizar tu cuerpo para un acto pagano de hibridación, santificación.

-¿con que fin?

-Me perdonaras cariño, pero eso solo te lo puede decir Gato.

-¿Gato?

-Si, el jefe.


Genial, ahora el jefe, el líder de mis secuestradores tiene como alias ‘Gato’ ahora no sé si al momento de presentarme darle la mano o decir ‘miau’. Volví a sentir somnolencia, solo traté de caer en el pecho de Akali, si ella se ha encargado de traumatizarme con su ‘santificación’, que se encargue de consolarme un poco brindándome sus pechos como almohada.



Nuevamente, en mis sueños, me vi trasladado a un lugar demasiado extraño, al parecer la batalla final fué aquella en la que salí herido y Miguel perdió la vida, en el paraíso, una reunión se llevaba a cabo.

Dios se presentaba ante su ejército, agradecía a los presentes y bendecía aquellos que habían fallecido en batalla, los ángeles celebraban con vino la victoria y vanagloriaban a Miguel en las conversaciones que se solían dar en distintos puntos del salón principal, me encontraba un tanto retirado, aún me dolían mis heridas y sinceramente yo no estaba de júbilo, me sentía extenuado por la batalla y no solo físicamente, sino psicológicamente. Aún no lograba entender que me quiso decir Miguel con esas últimas palabras, y que fué ese momento salido del espacio-tiempo, a su vez, pensaba porqué Dios no revivía a Miguel, él es el ser mas poderoso del universo, podría hacerlo en su omnipotencia según mi criterio, es más, si fuese omnipotente pudo evitar el conflicto. Pudo haber creado un mundo sin maldad, sin rastros de esta, sin rastro de oscuridad, sin armas, sin conflictos, al parecer la armonía va estrechamente de la mano con el caos.

Justo después de esa conclusión caí en cuenta de una cosa, era el ángel más humano que había, después recordé mi nombre. Reaccionaba inconscientemente al nombre de Eros, pero yo me llamo Andrés. Al recordar mi nombre comprendí que probablemente estaba dormido en el regazo de Akali y que estaba en un sueño lúcido.

Decidí probar mi hipótesis, si en verdad yo estuviese dentro de un sueño lucido, yo era el Dios de dicho universo entonces, así que quise que Akali apareciese en mi sueño con un lindo traje de látex y un látigo, lista para su castigo. Pero no sucedió, hasta me sentí pecaminoso, un ángel lujurioso, jaja es hilarante. De seguro yo soy de esos que aparece en el libro de Enoc.

Después de estar perdido en mi pensar humano-angelical y al no poder comprobar mi hipótesis de un sueño lúcido, intenté sacar la máxima información, esto me podría dar una idea de que es esa 'sangre de ángel' que mi hermosa verduga me aplicó hace un rato, caminé en el lugar con los hombros abajo, me sentía observado, intimidado por la muchedumbre celestial, miraba los nosotros finos de los demás ángeles pero ninguno se me hacia conocido, al parecer, en este mundo soy muy solitario para ser el ángel que simboliza el amor.

-Eros

-¿Qué?

Tras mi respuesta, un silencio abrumador se apoderó del salón, ¿Qué pasaba? ¿Acaso hice algo malo? Pues sí, al voltear vi la imagen de Dios ante mí, era como nosotros, con un rostro fino, jóven, parecía un adolescente. Vestido de un traje negro como la noche y sandalias aladas para poder volar, al parecer al creador del universo no le gusta caminar.

-Hablemos en privado.

-Esta bien señor – respondí haciendo una reverencia de manera casi automática.

-¿Te ha consternado la muerte de Miguel verdad?

-Si señor, fué el único que se preocupó por mí, y antes de su fallecimiento me dijo unas palabras que aún trato de hallarles sentido, su espada… y mi escudo… no sé que pensar de eso, que soy un elegido, yo solo me considero un simple ser sumido en problemas en los cuáles no quiere estar.

-Hablas como un joven humano el cuál quiere huir de sus responsabilidades basándose en su juventud como principal argumento, Eros.

-… Por favor discúlpeme, fui un imprudente al hablarle así a su señoría.

-No te preocupes amigo mio.

Relájate, siempre he dicho que mis ángeles me tratan con demasiado formalismo, igualmente son los humanos, a veces pienso que cree sirvientes en vez de una inmensa familia.

-Tengo que preguntarle esto, ¿Qué opina de las religiones humanas?

-Es raro que me preguntes eso, creo que tuviste mucho contacto con los humanos, pero la respuesta es sencilla, son cuentos fascinantes, ninguna está en lo correcto y otras con sus reglas y tradiciones son bastante absurdas, pero yo otorgué libre arbitrio a la humanidad, solo me limito a ver como ejercen mi esencia, la esencia de crear.

En ese momento entendí que Dios no tiene ni puta idea de religiones, y que tampoco quiere profundizar en éstas, pero eso de la esencia de crear… vaya, nunca lo había visto de esa manera. Con esas palabras me dijo todo, el concepto de un ser superior es un absurdo del cual muchos tenemos versiones que nos dividen y a su vez nos une en la esencia divina que cada uno de nosotros poseemos, al final, el intelecto e incluso dudar o matar a Dios no es más que una muestra de lo maravillosos que podemos ser, en si, la deidad de mi 'sueño' comprobó que seguir una religión, no es más que un suicidio filosófico, por eso hay que matar a esas deidades que las religiones proponen y pensar más en nosotros de manera individual, de manera colectiva.


-Tengo unas preguntas que hacerle su señoria, quisiera que me respondiera que es lo que soy…

-Eres la llave, la llave para acabar lo que el otro ser creó después de robarme a mi hijo preferido.

-¿Qué otro ser?

-No soy el único creador, éramos tres.

Uno representaba la bondad, el segundo la ira y venganza y el tercero el razonamiento profundo.

Yo soy ese tercero, por eso el ser humano heredó esa característica de mí, y aunque yo fui el creo al hombre y los ángeles, mis hermanos también otorgaron sus cualidades.

Distinto es el caso de los animales, ellos no pueden razonar, pero pueden sentir un amor muy profundo, tanto, que ningún humano podrá entender, solo sentirlo y admirarlo.

Mi hermana, diosa de la bondad, era una de las tres esencias del universo, tras la creación de los humanos, estábamos expectantes de como serian sus vidas, su desarrollo y evolución. Creamos un sistema perfecto y lo llamamos cosmos y dentro de éste múltiples más, hasta llegar al mas pequeño que es la tierra, para que pudiesen vivir y crecer libremente.

Mi hermana amaba a los humanos, tanto, que muchas veces les ayudó mas de lo que debía. Les otorgó el fuego del averno para que iluminaran la noche mas que la luna.

Yo no estaba de acuerdo con eso, para mí debían usar ese tiempo para descansar, pero ella no toleraba verlos con frío y miedo.

Por otra parte, mi hermano odiaba profundamente a mi hermana, el era levedad y ella el peso, ahora entiendo porque afirmaba que no había nada mas pesado que el amor, luego de que yo les presentara al hombre como ser viviente y le otorgara la capacidad de crear, que solo nosotros, seres divinos poseíamos, causó una gran discusión.

Mi hermano no estaba de acuerdo con ellos, pero eran dos contra uno y al final pidió que ellos también tuviesen su cualidad, para que representen a la trinidad en su esplendor.

No lo sabía en ese entonces, pero él solo quería representar en la tierra el caos que siempre fuimos. También convirtió sus cuerpos en mortales a diferencia de nosotros, como contra medida mi hermana hizo de sus almas inmortales.

Esto desencadenó una confrontación entre los dos que yo solo me limitaba a observar, al final, mi hermano en una contra medida proclamó que todo humano que se dejase llevar por su semilla, lo que hoy se le conoce como maldad, se iría con él al averno, mundo el cual le pertenecía desde ese momento, por otra parte mi hermana aseveró que los seres humanos que explotaran su semilla en su máximo esplendor se irían al Nirvana, un mundo que ella había creado y que residiría desde entonces.

Por mi parte, me decanté por el por vivir en el cosmos para estar mas cerca del ser humano, yo que sabía que mi cualidad solo les traería problemas existenciales, prometí otorgar respuestas y aquel que no se dejase llevar por el bien o el mal, reencarnaría para que encontrase un rumbo fijo en su mortalidad.

Pasaron milenios, el averno se llenaba de personas mientras que muy pocas llegaban al nirvana, al parecer, la semilla de mi hermano era más fuerte que la de mi hermana.

Al millar de años el averno contaba con una población mayor a 50 millones de almas humanas, muchas de ellas se habían convertido en demonios, al ver tan horrible espectáculo intervine de manera indirecta, creé a otros seres a partir de los humanos, unos que representarían mi voluntad, mi sabiduría y sobre todo, mi poder. Los ángeles, al principio solo eran 8: Miguel, Uriel, Gabriel, Rafael, Raguel, Sariel, Remiel y Lucifer.

Los creé ya que presentía que mi hermano buscaba algo mas allá que solo dominar lad almas mortales y tenia razón, una guerra divina estalló.

La batalla fue sangrienta, las almas en cuerpos demoníacos por parte del bando de los infiernos y por otro lado, las almas del Nirvana, en sus cuerpos originales en plena juventud. En el bando de mi hermana solo eran 10 millones, los superaban de 5 a 1, pero yo y mis ángeles otorgariamos equilibrio a la guerra.

Luego de 10 dias terrestres mi hermano se posaba ante nosotros como el rey del Inframundo, soberbio y con demasiado poder, estabamos acabados, la mayoría de mis ángeles yacían en el suelo muertos, solo Gabriel, Miguel y Lucifer aún conservaban la vida, cuando mi hermano se abalanzó sobre mí oara asesinarme y absorber mi esencia divina, Lucifer se interpuso, con su mano, atravesó el pecho del portador de la luz y lo corrompió, convirtiéndolo en Satanás.

Ví como el ángel que mas amaba era convertido en un sucio demonio, con las pocas fierzas que me quedaban, lo desterré al averno por unos minutos, sabia que si empleaba su fuerza de luz para cegar a los pocos que quedaban en pie, estarían perdidos.

Sin fuerza, creí que iba ser mi fin, pero justo en el momento que mi hermano se lanzaba hacia mi, Elena, mi hermana, se interpuso en su camino.









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