Episodio 9: (Tokyo Bon) Un dueto inesperado en la carretera
El calor matutino se filtraba por las rendijas de la posada, dibujando líneas doradas sobre el tatami. Abrí los ojos, aún con el eco de la imagen del samurái en mi mente: su mirada severa, su imponente postura… una imagen que me había perseguido incluso en sueños. Pero hoy, algo en el ambiente —quizá el suave murmullo del viento entre los árboles o el aroma de la leña ardiendo en la cocina— me despertó con una chispa de optimismo.
Me estiré, sintiendo los músculos tensos tras haber dormido en un 敷布団 poco cómodo, y mi mente se llenó de un anhelo inusual: preparar agua de horchata. Con ese pensamiento en mente, salí de la habitación y me dirigí a la sala común, donde 千住さん ya estaba esperando el desayuno.
—Hoy no llegaremos tarde, ¿verdad, タケチくん? —dijo con una sonrisa burlona.
—¡Hoy no! —respondí con seguridad.
La dueña de la posada nos sirvió un desayuno sencillo: arroz, pescado a la parrilla y sopa de miso. Aunque era una comida bastante común aquí, yo no podía evitar imaginar un vaso de agua de horchata junto a mi plato.
—千住さん… ¿te gusta el arroz dulce? —pregunté con curiosidad mientras tomaba un bocado.
—¿Dulce? —frunció el ceño levemente—. No es lo más común, pero hay postres que lo usan. ¿Por qué?
—No, por nada —respondí con una sonrisa.
Mejor dejar la explicación para después. Primero tenía que asegurarme de conseguir todos los ingredientes. Cuando terminamos de comer, salimos de la posada y preparamos la carreta. Nos dirigimos al mercado que estaba más adelante para entregar las telas que 千住さん llevaba.
El traqueteo de las ruedas de madera mecía mi cuerpo mientras el sol ascendía lentamente en el cielo. A mi alrededor, los campos se desplegaban en un paisaje sereno, y el murmullo lejano de un arroyo completaba la escena. El aire, cargado con el aroma de la tierra húmeda y las flores silvestres, me llenaba de una extraña nostalgia.
Sin darme cuenta, comencé a tararear suavemente una melodía que me era muy familiar. Las palabras, casi en un susurro, salían en voz baja:
—«マクドナルド、グーグル、トイレット、キットカット、ディズニーランド…»
—¡タケチくん, espera! —la voz de 千住さん interrumpió mis pensamientos mientras detenía un poco la carreta—. ¿Es una canción popular de tu tierra? Nunca había escuchado esas palabras…
Me sonrojé ligeramente, no había pensado en que él escucharía lo que cantaba.
—Ah, sí, es… una canción que escuché en mi tierra —respondí con una sonrisa evasiva.
千住さん me miró con curiosidad, me quedé pensando unos instantes.
—La canción trata de… —me rasqué la cabeza mientras trataba de acomodar mis ideas—. Son solo palabras de marcas comerciales.
—¿Marcas comerciales? —repitió con una expresión de duda.
No escogí bien mis palabras y lo dije tan a la ligera que, en lugar de explicarle, lo confundí más. ¿Ahora cómo salgo de esta?
—Mmm… las marcas comerciales son símbolos o nombres únicos que distinguen a un lugar o un producto. Por ejemplo, imagina un mercado con muchos vendedores de telas; en la entrada de cada puesto, hay un letrero con el símbolo de lo que venden. Pero solo un puesto tiene en la entrada, además del símbolo de lo que vende, también el nombre del dueño. Si compras en ese puesto, sabes que encontrarás las telas más finas. Ahora, imagina que viajas a otro mercado en otra ciudad y ves el mismo símbolo. ¿Qué pensarías?
千住さん parpadeó, asimilando la idea, y tras un breve silencio respondió:
—Lo primero que pensaría es que ese lugar es del mismo dueño y vende las mismas telas.
Asentí con una sonrisa y completé:
—Exacto. Eso es como si fuera una marca comercial.
千住さん ladeó la cabeza, con una chispa de reconocimiento en sus ojos:
—¿Marcas comerciales? —repitió—. ¿Te refieres a los のれん (noren) y los 家紋 (kamon)?
Me llevé la mano a la cabeza dándome un golpe. ¡Pero qué tonto soy! ¿Por qué no lo relacioné desde el principio? ¡Qué torpe fui! Si hubiera tenido la referencia desde el principio, mi explicación no se hubiera escuchado tan condescendiente. Fue como tratar de explicarle algo que ya sabía de antemano.
—¡Exacto! —respondí.
Como si 千住 me hubiera leído la mente, soltó una sincera carcajada:
—¡Jajajaja! ¡Por ahí hubieras empezado!
En ese momento yo también reí. Después de unos segundos, 千住さん se puso serio y, con su genuina curiosidad de comerciante, preguntó:
—Pero entonces, ¿a qué tipo de mercancía o tienda se refiere tu canción?
—Oh, bueno… —dije, rascándome la nuca—. Son nombres de lugares y productos muy variados. "Makudonarudo" es como un puesto de comida, pero muy grande. "Guguru" es como un sabio que responde a casi cualquier pregunta, pero tienes que saber preguntar bien para que no te dé una respuesta equivocada. "Toiretto"… bueno, eso es algo más básico, como un lugar para… ya sabes… aliviar las necesidades. "Kittokatto" es un dulce, algo así como un dango, pero con un sabor muy especial. "Dizunīrando" es un lugar de entretenimiento, como un teatro kabuki, pero con espectáculos y atracciones muy diferentes. Y "Takushī" es un tipo de transporte, como una carreta, pero mucho más rápido y sin caballos.
千住さん me miró con una mezcla de asombro y escepticismo.
—¿Comida diferente? ¿Un sabio que responde preguntas? ¿Dulces con nombres extraños? ¿Carretas sin caballos? —repitió, su tono no era de incredulidad, sino de auténtico desconcierto—. タケチくん, lo que describes suena a magia.
Me quedé en silencio.
—¿Magia…?
—Sí. Si alguien dijera que hay un sabio que tiene todas las respuestas, todos pensarían que es un gran hechicero, un ermitaño con poderes ocultos. Y lo de las carretas sin caballos… eso es impensable.
Su reacción me tomó por sorpresa. En mi mundo, Google y los taxis eran cosas normales, pero en este mundo… claro, sonaba a magia.
—Entonces… si alguien lanzara una bola de fuego con las manos, ¿no te sorprendería? —pregunté, intentando comparar.
千住さん rió entre dientes.
—No realmente. Es magia común, como encender una lámpara. Pero si alguien dijera que tiene una carreta que no necesita caballos y es más veloz… eso sí sería un hechizo poderoso.
Me llevé la mano a la barbilla, pensativo. ¿Entonces la diferencia entre tecnología y magia es solo la perspectiva?
—Es extraño —murmuré—. Cuando vi el sílex de fuego por primera vez, pensé que la magia aquí era muy distinta a la de los animes, más… práctica. Pero ahora tú dices que lo que te conté suena a magia…
千住さん arqueó una ceja, divertido.
—Tal vez cada país tiene su propio tipo de "magia". En el mío, los sabios no responden preguntas al instante y las carretas siempre tienen caballos.
Eso me tomó desprevenido.
—¡No, no! ¡No es magia! Es solo… tecnología —repliqué rápidamente.
—¿Tecnología? —repitió, probando la palabra en su boca. Luego suspiró y sacudió la cabeza con una sonrisa—. Tal vez la diferencia entre la magia y la tecnología solo está en cómo la usamos.
Me quedé callado. No podía discutir eso.
Aún con la sonrisa en el rostro por nuestra improvisada canción, el camino siguió su curso bajo el cálido resplandor del sol. Pero en algún punto del trayecto, mientras el sonido de los cascos de los caballos marcaba un ritmo tranquilo, noté que 千住さん me observaba de reojo con una expresión pensativa. Como si algo en nuestra conversación le hubiera dejado una duda persistente.
—タケチくん… dime una cosa.
Me giré para mirarlo.
—¿Cuál de los dos viene de un lugar más mágico?
Me quedé en silencio.
—Depende de cómo lo veas, 千住さん.
Él arqueó una ceja, divertido.
—Entonces, supongo que tendré que seguir viajando contigo para averiguarlo.
Y sin dudarlo, 千住さん tarareó la canción una vez más.
—¡Ah, jajaja! ¡千住さん!
—Solo estoy siguiendo lo que cantabas antes. Suena pegajoso —respondió con una sonrisa.
No pude evitar reír. Sin pensarlo mucho, empecé a cantar nuevamente, esta vez con más confianza.
Para cuando llegamos al coro, la emoción se había contagiado. Yo cantaba más fuerte y 千住さん, aunque sin entender las palabras, intentaba segur la letra y el ritmo.
—サラダ, ハンバーガー♪
—サンドイッチ, ソーセージ♪
—コーヒー, ケーキ♪
—アイスクリーム, コンビニ♪
千住さん marcaba el ritmo golpeando suavemente el borde de la carreta con la mano, como si fuera un tambor.
Para el segundo coro cantábamos juntos disfrutando la canción.
—バレーボール, ベスボール♪
—バスケットボール, ゴルフ♪
Los caballos avanzaban tranquilamente por el sendero, el traqueteo de la carreta se mezclaba con nuestras voces, y en ese momento, sentí algo que no había sentido en mucho tiempo: una felicidad despreocupada.
千住さん se detuvo de repente, mirándome con una sonrisa burlona.
—Nunca imaginé que las canciones de tu tierra enseñaran sobre negocios. Tal vez debería hacer una sobre mis telas.
No pude evitar soltar una carcajada.
—¡Sería un éxito! —dije levantando los brazos.
El sol brillaba sobre nosotros mientras la carreta seguía su camino. La energía del momento aún vibraba en el aire, y por primera vez en este viaje, me sentí realmente en casa.