Fuego y guerra
Capítulo 1
Se aproximaba el fin del verano y el cambio de estación estaba ya cerca. La brisa helada del otoño estaba llegando, pese a que el calor del verano aún estaba presente. La suave brisa traería más que un cambio de estación, sino un cambio de vida. Elathan Nrrow asimilaría que su vida cambiaría desde esa mañana, puesto que había sido aceptado en la academia que siempre deseo ir, La Academia Real de Prilun. Una academia mixta de magos y no magos, del cual habrían surgido héroes, magos de elite e intelectuales al servicio del reino de Prilun.
Su hogar se encontraba cerca de dicha academia. Su infraestructura se veía a la distancia, en lo alto de una bella colina y su fachada antigua la diferenciaba y resaltaba ante los edificios un poco más modernos que estaban a su alrededor.
Elathan paseaba por las calles admirando su colorido ambiente. Niños jugando, los hombres trabajando y las doncellas conversando en los interiores de los salones de té y juegos. Otros, estudiando en las plazas, tanto combate como magia. Todo ello y más en tan solo una calle desde su casa a la gran plaza central, conocida también como la Plaza de los Reyes, debido a que se dice que en antaño los pasados reyes eran ungidos con el agua del manantial de allí cuando eran coronados. Lamentablemente, esta tradición se perdió en algún momento.
Se sentó en una banca donde como de costumbre miraba a viajeros y comerciantes en sus tiendas con productos de todos los rincones del reino. Metales preciosos, sedas, hombres y mujeres de los límites de la tierra conocida, armas y armaduras exóticas, libros en idiomas que pocos pueden leer y en algunos casos inclusive en lenguas muertas… Todo lo que imaginas podías encontrar en el centro mismo de la ciudad del reino de Prilun, Ixel. Tras observar todo ello se quedó mirando a unos niños que jugaban en la pileta del manantial de los reyes, lo que le generó un poco de nostalgia por su niñez.
Elathan volvió su mirada a una carta que había encontrado el día anterior. No tenía remitente y solo firmaba con una M. En la carta, escrita a mano, le decía que se juntaran en la mañana en la plaza central de la ciudad de Ixel y que no faltase. Es raro, pensó, pero sin embargo la duda lo invadió y se decidió a la mañana siguiente ir a tal cita. Comenzó a observar la gente que paseaba por la plaza, por sí por abecé motivo encontrara alguna señal de quien la haya enviado la carta. Pero nadie lo observaba o se dirigía hacia él caminando.
La mañana pasaba y al no haber interacción con alguien pensaba en retirarse cuando de repente un presentimiento le hizo voltear la mirada hacia su espalda.
‒ ¡Hola!
Era una voz conocida, dulce, pero a la vez lejana y nostálgica.
-Hola Elathan- Lo dijo nuevamente, pero esta vez con una voz más amorosa y amistosa. Él pensó de inmediato en la persona quien le había citado mediante la carta.‒ ¿te acuerdas de mí, de mi voz?, ¿no me veras nuevamente como me prometiste?
La voz se hacía mucho más cercana mientras buscaba en sus recuerdos más profundos.
Elathan sorprendido se levantó y giró, viendo a una muchacha conocida, pero que nunca imagino que la vería en aquel lugar.
Es de su estatura, tenía una mirada de sorprendida, al igual que él, por encontrarse con alguien a quien no veía desde niña. Unos ojos cafés y una cabellera radiante y hermosa de un color castaño. Era tal cual como la recordaba. Traía un listón en su pelo de color rosa y un vestido gris que le resaltaba su figura.
-¡Érica!- Dijo sorprendido.- ¿Cómo has estado?
-Pareciera que te habías olvidado de mí.
-No, no… no es eso Érica. Solo es... que... me sorprendí al verte en esta ciudad.
Evidentemente, él sabía que ella no estaba aquí, sino que muy lejos hacia el sur del reino. Elathan, aún sorprendido de ver a su amiga, no podía dejar de verla, como si ella fuera lo único que se encontrara en su espacio.
-Elathan, ¿me puedo sentar a tu lado?
-Claro.
-Desde que te fuiste nunca me olvide de ti, siempre pensaba en como seria nuestro encuentro, pero muchas veces dudaba que pasaría. El verte sentado aquí me alegro mucho.
-Puede que sea el destino que nos juntara nuevamente. Esto no sucede a menudo, pero me alegra volver a...-. Elathan callo cuando de repente ella lo abrazo y puso su rostro cerca de su pecho. Cambio su expresión y se puso algo triste.
-Prométeme que nunca te iras de nuevo.
-¿Cómo?- dijo sorprendido.
-¡Prométemelo! - diciéndolo casi llorando.- ¡Me sentí muy sola cuando te fuiste! ¡Realmente me sentí muy sola! - Érica parecía muy emocionada. No le veía desde que tenía 10 años. Prácticamente fue su único amigo en el orfanato donde crecieron de niños.
-Realmente lo siento, no fue mi intención irme, sino, que fue algo que no pude evitar.
Érica levanto la mirada y le vio con una mirada seria pero muy dulce.
-Prometo nunca más perder contacto contigo. Jamás me perdonaría si vuelvo a verte llorar como aquella vez que me fui.
Elathan se acordaba perfectamente de aquella vez. Ella lloraba sin parar, por lo que tuvo que ir corriendo hasta su cuarto en el orfanato para despedirse y consolarla por última vez. Elathan no quería que su despedida fuera así, así que le hizo la promesa de que se reencontrarían.
Érica más calmada, después de escuchar las palabras de Elathan, se separó de él, pero lo abrazo del brazo como cuando eran niños. Ella volvió a sonreír una vez más. Su sonrisa era tal cual como hace siete años. Irradiaba felicidad con solo verla. Era algo mágico que ni siquiera la magia más poderosa podría causar, según él. Estuvieron así durante un largo tiempo. Hasta que ella volvió a hablar.
-Lo lamento.
-¿Por qué? No has hecho nada.
-Llegué y me senté a tu lado sin saber si tenías planes y ya hemos estado mucho tiempo. Tal vez tenías algo que hacer o...
-No importa. Tenía algo que hacer pero…- vio a todos lados con su cabeza- …tal parece que no se concretó, así que no hay problema. Además, mañana comienzo con las clases en la Academia Real de Prilun, por lo que no tengo aun deberes por hacer.
-Entonces estudiaras allí - dijo susurrando; cambiando su entonación prosiguió- No te interrumpo más, de seguro tienes mucho que hacer y yo ya debo irme a comprar unas cosas.
-Pero no es necesario, aún podemos...
-No. Fue un gusto poder verte de nuevo. Me alegraste mucho verte nuevamente. Tal vez si no fuera hechicera, no hubiera podido encontrarte aquí.
Exacto. Hubiera sido casi imposible encontrar a alguien sin siquiera poder verlo, pero para Érica no era problema. Ella puede sentir las auras mágicas de las criaturas y reconocer aquellas que ya conoce, lo bastante bien, como para identificar si es conocida o si es peligrosa.
-Entonces… hasta luego Érica.
-Nos vemos, Elathan.
Y con un beso en la mejilla se despidió. Elathan se la quedó mirando hasta que se perdió con la multitud de la plaza. Parecía hipnotizado por la chica. Como si el beso en la mejilla le trajera recuerdos que él creía ya no poseer.
No fue hasta que un niño ocupara magia de Aire sin querer cerca de él para despertarlo. No obstante, pensó en la carta que lo trajo a la plaza. De inmediato se preguntó si habría sido ella, pero lo descarto por dos motivos. Uno, por haber dicho que si no hubiera sentido su aura no hubiera sabido que él estuviera allí, así que no esperaba verlo. Y dos, porque en la carta firmaron con una “M”, asumiendo que la letra hace referencia a la del comienzo de su nombre u apellido, lo que no calza con Érica. Pero, sin embargo desconocía la inicial de su apellido, por lo que aún poseyó ciertas dudas durante todo el día.
¿Qué estaba haciendo en esta ciudad? ¿Por qué habrá venido?, pensó. Aun así… me alegró verla nuevamente.
